Wind Howling

Wind
Howling Through the Streets “

 

A Chilean woman spoke to me

late into the night in Valparaiso
about

living during the time of Pinochet.

I was a girl of eight when I first

heard the screams in the night. I
awoke

and my mother said,

“It’s only the
wind.”

 

“But mama,
there’s no wind tonight.”

 

She held me close to her breast
and stroked

my head, “No, it’s a ferocious
wind that is

blowing on the land, sleep with
me.”

 

The next night, the wind

blew even fiercer with a screech.

 

For the next months, it seemed
like we were

living in Terra del Fuego where
the wind

never sleeps and the witches howl,
but we

were here in Valparaiso safe from
the sea.

 

The wind shrieked in all the ways
that it could

through the night.  At times like a witches

torment, a biting cry from the
soul.

And at other times when the pillow
was tight

around my ears I could hear it
like a man sobbing,

“Stop! Stop!
Stop!”

The wind never sobbed, screeched
or yowled

in the same way, it was persistent
for about

a year.  Some nights it blew as a low moan

like a wounded animal.  It was curious

that the house did not quake or
the shutters clatter even

with the fiercest
wind.

When the blew strongest I found
refuge in my

mother’s arms, my head buried
between her breasts,

and she stroked my head,

‘Cálmate es sólo el viento.’

 
Quiet, it’s only the wind. This shall pass.”

In the morning, the house was as
silent as stone.

 

She paused in her story,

“Years later,” she said heavily. “As an adult

after the dictatorship of Pinochet fell I discovered

there was a torture center one block from my house.

 

I never sleep at night now,

I can’t.

 

The wind always keeps me awake.

 

(Wriitten in Valparaiso, Chile in January 2013. This is now 40 years since the US backed coup d’etat of Pinochet that brought years of a brutal dictatorship to Chile. We will be returning in November to Jan 2013 to create art/ performance project at the Grimaldi Park for Peace in Santiago.)

 

“Viento gritando por las calles”

Me habló una mujer chilena
entrada la noche en Valparaíso sobre
vida durante la época de Pinochet.

Yo era una niña de ocho cuando me primera
oyó los gritos en la noche. Me desperté
y mi madre dijo:
“Es sólo el viento”.

“Pero mamá, no es ningún viento esta noche”.

Ella me sostuvo cerca de su pecho y acarició
mi cabeza, “No, es un viento feroz que es
que sopla sobre la tierra, dormir conmigo”.

La noche siguiente el viento
sopló aún más feroz con un chillido.

Para los próximos meses, parecía que estábamos
viven en tierra del Fuego donde el viento
nunca duerme y las Brujas aúllan, pero
estaban aquí en Valparaíso seguro del mar.

El viento gritó en todas las formas que lo podría
toda la noche. A veces como un Brujas
tormento, un grito penetrante del alma.
Y otras veces cuando estaba firmemente las almohadas
alrededor de mis oídos, yo pude oír como un hombre llorando,
“¡ Paren! Parada! Stop!”
El viento nunca sollozó, chilló o yowled
de la misma manera, fue persistente para sobre
un año. Algunas noches sopló como un lamento grave
como un animal herido. Era curioso
que no temblar la casa o las persianas clatter incluso
con el viento más feroces.
Cuando la soplaba más fuerte encontré refugio en mi
brazos de las madres, mi cabeza enterrada entre sus pechos,
y ella acarició mi cabeza, Cálmate es sólo el viento.
Esto pasará.”
En la mañana, la casa era tan silenciosa como la piedra.

Ella hizo una pausa en su historia,
“Años después,” dijo pesadamente. “Como un adulto
después de que cayó la dictadura de Pinochet descubrí
había un centro de tortura a una cuadra de mi casa.

Yo nunca dormir por la noche ahora, no puedo.

El viento siempre me mantiene despierto.

 

 

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